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14 Diciembre 2015

El brazo robótico de la neurorehabilitación

El avance científico, aplicado a la tecnología robótica, ha permitido consolidar durante los últimos años estrategias terapéuticas para revertir las secuelas de los accidentes cerebrovasculares.

El accidente cerebrovascular se produce debido a la falta de irrigación cerebral provocada por la obstrucción de una arteria (isquémico) o la rotura de un vaso sanguíneo (hemorrágico), siendo el primero el más frecuente al alcanzar un 80 por ciento de los casos.

Diversas investigaciones han definido como los principales factores de riesgo la obesidad, diabetes, hipertensión arterial, dislipidemia, sedentarismo, tabaquismo y consumo de alcohol y drogas. Las personas más expuestas son los varones mayores de 65 años de edad y también existe un componente hereditario que debe ser considerado.

Evidentemente, eliminar o disminuir la incidencia de alguno de los factores de riesgo mencionados ayudará a prevenir un episodio que puede tener consecuencias fatales, sin embargo, es un hecho que se puede presentar en cualquier momento, sin discriminar edad, sexo o raza. En términos simples, es una amenaza letal que se mueve en silencio, ubicándose en los primeros lugares en las estadísticas cuando se trata de la pérdida de vidas humanas.

En Chile, según datos del Ministerio de Salud, el accidente cerebrovascular no sólo ocupa el primer puesto como la causa más frecuente de enfermedad cerebrovascular, representando aproximadamente el 65% de todos los eventos cerebrovasculares, sino que causa el fallecimiento de un individuo cada 67 minutos. Se trata de la primera causa de muerte en adultos y la principal razón específica de años de vida saludables perdidos por discapacidad y muerte prematura en mayores de 74 años.

“En Chile mueren 10 mil personas al año por ACV, pero la mayoría de la población desconoce hasta sus principales síntomas y el riesgo de discapacidad que conlleva. El factor de riesgo más importante es la hipertensión arterial, por eso las personas que tienen la presión alta deben asegurarse de no consumir alimentos como bebidas energéticas, algunas drogas y alimentos con mucha sal. También hay otros factores relevantes como tener diabetes, el colesterol alto, ser sedentarios y obesos”, comenta el doctor Pablo Lavados, neurólogo de la Clínica Alemana de Santiago.

Según distintos estudios, se calcula que del total de los pacientes afectados por esta enfermedad, la mitad de ellos queda con algún grado de secuela física, el 25% recupera su rutina habitual y el 25 por ciento restante fallece. A nivel mundial, se pronostica que para 2025 los ACV serán la primera patología generadora de discapacidad.

Estas secuelas pueden ser más o menos graves dependiendo de la duración, extensión y parte del cerebro afectada por el ictus, ya sea de carácter isquémico u hemorrágico. En el aspecto motor, las consecuencias más habituales se presentan en el habla y deglución, las que pueden ser graves o muy graves en un tercio de los casos, con resultados crónicos. En los accidentes más extremos pueden presentarse secuelas como hemiplejia (parálisis de la mitad del cuerpo), paresia (dificultad o debilidad en el movimiento) o ataxia (complicaciones en la coordinación). En este escenario, el inicio temprano de la terapia de rehabilitación es determinante en la evolución del paciente. Lo ideal es iniciar el tratamiento apenas el afectado se encuentre estable, lo que puede ocurrir dos días después del accidente cerebrovascular.

Los pacientes que son abordados de forma temprana y multidisciplinaria, considerando perspectivas específicas y personalizadas, muestran una proyección favorable al cabo de los seis meses siguientes, cuando la neuroplasticidad o capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas conexiones nerviosas en respuesta a la disfunción o daño generado, tiene un rol más activo.

Es precisamente en este contexto donde los avances en la robótica y las tecnologías aplicadas a la rehabilitación han adquirido un papel preponderante, pues permiten que el paciente desarrolle al máximo sus capacidades funcionales remanentes luego del evento neurológico. Expertos coinciden en que los tratamientos asistidos por robots podrían potenciar sustancialmente la recuperación funcional de las personas que padecen complicaciones en la marcha tras un ACV.

“Con el uso de esta tecnología es posible, primero, medir qué es lo que está pasando a nivel del control del movimiento, lo que ha permitido entender qué pasa cuando la persona trata de mover su brazo luego de un accidente cerebrovascular, cuando es habitual que se pierda el control y se produzca una sinergia de flexión, vale decir, todos los movimientos se ejecutan al mismo tiempo”, explica el doctor Julius Dewald, kinesiólogo, investigador y profesor de la Universidad de Northwestern, Estados Unidos.

“Es por esto que cuando el paciente camina, su brazo queda en posición flectada, pero no totalmente funcional y actividades cotidianas como tomar un objeto no se pueden hacer normalmente. Los movimientos involuntarios se producen porque es probable que las personas víctimas de un ACV comiencen a utilizar otras vías neurales para sus funciones”, agregó el especialista, quien fue invitado a Chile por la Universidad San Sebastián para dictar una conferencia sobre rehabilitación y robótica.

La tecnología y uso de robots en las terapias supone un avance en esta materia, ya que se busca un mejor acoplamiento de las funciones del brazo, para lo que es fundamental rehabilitar en el soporte del peso de éste para que su control aumente. Ahora bien, la neurorehabilitación con robótica está necesariamente indicada para pacientes que tengan alguna capacidad de movimiento, aunque sea mínima.

Los estudios de Dewald están centrados en la comprensión de la descoordinación del miembro superior después del ACV y la neuroterapia con nuevas tecnologías para mejorar el control motor de los brazos. También ha realizado investigaciones en torno a la plasticidad del cerebro en recuperación.

“Ahora empezamos con la pierna, que es un poco más difícil porque los pesos y torques que se necesitan son mucho más grandes que en el brazo. Hemos descubierto que hay algunos movimientos a nivel de la rodilla que son también anormales después de un ACV y ahora que lo entendemos mejor, estamos estudiando la posibilidad de diseñar otros tipos de robótica también para la pierna. Lo que tenemos completamente claro, es que con los resultados en el brazo podemos lograr una capacidad de movimientos que hace diez o cinco años eran imposibles”, asegura el experto estadounidense.

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