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Mónica Borile, especializada en adolescencia, es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires, pediatra acreditada en medicina del adolescente por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y la Academia Nacional de Medicina. Miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) e integrante del Comité de Estudio Permanente del Adolescente (CEPA).

Inició su experiencia en la Patagonia. El hospital, el consultorio y la enseñanza de la biología en la escuela media de la localidad fueron sus primeras tareas. Su preocupación desde el comienzo fue ponerse en el lugar de sus jóvenes pacientes y alumnos. Esa particular actitud, y más en ocasiones en que tomaba contacto con menores de edad de áreas vulnerables o de zonas rurales, hizo que su atención se centrara en temáticas de índole sexual o violencia intrafamiliar.

La percepción directa de los problemas la convencieron de que la mejor forma de llegar a los jóvenes era a través de sus pares en edad. Con esa idea buscó convocarlos en escuelas y clubes cercanos a fin de orientar respuestas que sirvieran para resolver dudas sobre materias como la edad, el desarrollo o la elección vocacional. La experiencia acumulada la llevó a organizar un equipo de profesionales comprometidos con la formación del adolescente, con participación de psicólogos, pedagogos, médicos, abogados y docentes.

- Doctora, ¿cuáles son las falencias o los aspectos que se tienen que reforzar en cuanto a la atención a los adolescentes?

Primero formarse para atender a los adolescentes, observar las necesidades que tienen los jóvenes en la consulta y a partir de ahí generar los servicios. Eso es lo que se está viendo en todos los países. No se necesitan grandes estructuras, sino gente y profesionales capacitados como para dar una mirada distinta y trabajar en esto. Nuestros adolescentes y jóvenes se mueren en accidentes, la mayor mortalidad de ese rango de edad es debido a los accidentes vinculados con el exceso de bebidas alcohólicas, además del hecho del uso de las motos y la falta del casco y demás cuestiones. Esas son las cosas que nos están ocurriendo.

- Ante este escenario que usted plantea, ¿cuáles son las medidas o los planes que podrían implementarse desde el aspecto de la salud para contrarrestar esto?

En Paraguay ustedes están haciendo mucho en el hecho de por lo menos normalizar la atención en el adolescente, generar el tema de servicios, apoyarse en las leyes y trabajar sensibilizando a la sociedad entre todos. Asimismo, los comunicadores sociales tienen que empezar también a mostrar las cosas positivas que hacen los adolescentes, no solamente visibilizar los riesgos, así que ese también es el desafío de todos, el trabajo en conjunto. Hay un viejo proverbio africano que dice que para educar a un niño o a un adolescente se necesita de toda la tribu, y la tribu somos todos.

- ¿Para enfrentar esta problemática se tiene que involucrar también a otros sectores?

Exactamente. Salud, educación, justicia, comunicadores sociales, todos estamos vinculados con los adolescentes y los jóvenes, todos vivimos con adolescentes y jóvenes, y todos estamos implicados en esto, la salud integral significa abordar aspectos biológicos, psicológicos y sociales. El adolescente no depende solamente de la etapa actual, sino de todas las etapas anteriores, y también de la buena inserción que tenga ese adolescente en la comunidad, porque puede estar sano, pero no estar insertado en la comunidad. El aspecto de salud integral no habla solamente de salud biológica, sino de otros aspectos.

- ¿En su ámbito y en la comunidad donde se desempeña tuvo la oportunidad de desarrollar este modelo?

Este proyecto integral se basa sobre todo en lo que nosotros hemos hecho, en el desarrollo del trabajo entre pares, es decir, capacitar a adolescentes para que capaciten a jóvenes en la temática que a ellos les interesa, no que le interesa al adulto. Esto no solo es salud. Por ejemplo, los municipios o alcaldías tienen que tener una implicancia y tienen que estar los jóvenes empoderados para poder trabajar esta política de participación, donde ellos tengan voz y sean escuchados, porque a veces se hacen programas que son muy bonitos, pero no están de acuerdo a las necesidades de los muchachos, ni les interesa, y me parece que los chicos tienen que decir “esto me interesa” y “yo lo haré así”. Generalmente cuando ellos te dicen “yo lo haré así”, es meter cosas a través de las comunicaciones por las redes sociales, hacer difusión.

No puede ser que se viralice un video que es a lo mejor una tontería y no podemos viralizar nosotros como equipos de salud. Por eso necesitamos la ayuda de los comunicadores sociales a ver cómo hacer estrategias para trabajar en prevención y en modos de vida mucho más saludables.

- En este trabajo coordinado que menciona, ¿tienen que integrarse también los propios jóvenes a quienes va dirigido esto?

Desde ya, vos no puedes ir a ellos sin ellos, esa es la realidad. Si decimos vos necesitas esto y él te dice “yo no, yo no necesito eso, yo necesito otra cosa”, estamos ante una situación muy clara. Tenemos que darles la palabra, si no los escuchamos, mal podemos diseñar un programa de salud para ellos.

Por Jhojhanni Fiorini